Después de desembarcos a toda orquesta en México y Brasil durante la segunda mitad de 2007, la red social MySpace -junto a Facebook, uno de los dos gigantes globales de este negocio, con unos 107 millones de usuarios- planea abrir oficinas en Buenos Aires a mitad de año. "Ya tenemos cuatro millones de integrantes en México y Brasil, y hay mucha expectativa con el lanzamiento en Argentina", le dijo a Clarín Víctor Kong, un uruguayo fanático de Peñarol, que pasó por la cadena MTV y ahora dirige las operaciones de MySpace para América latina.
Las redes sociales en Internet son la niña mimada de lo que se conoce como fenómeno "Web 2.0". El avance de la banda ancha permitió un rápido crecimiento de estos sitios donde se pueden intercambiar fotos, videos, relacionarse con viejos amigos de la primaria o conectarse con grupos de interés. Hay casos donde pululan perfiles de usuarios ficticios, con fotos "personales" de perros o del Increíble Hulk, como Hi5, y otros donde un sistema de incentivos premia la veracidad de la información, como Facebook o Linkedin.
Cuando en 2005 el grupo News Corp, del magnate Ruper Murdoch, pagó 580 millones de dólares por MySpace, muchos pensaron que era una locura. Pero la cifra resultó una ganga cuando seis meses atrás Microsoft invirtió 240 millones en Facebook a cambio de un exiguo 1,6% de la empresa, lo que situó el precio total de Facebook -que lanzó recientemente su versión en español- en US$ 15.000 millones. La última movida importante fue la de AOL, que semanas atrás desembolsó US$ 850 millones por Bebo, una red social con muchos usuarios en Inglaterra, Irlanda y Nueva Zelanda.
¿Puede estarse gestando una nueva burbuja, como la de 2001? "La gran diferencia es que las empresas que protagonizan el negocio de la Web 2.0, como MySpace, son rentables", dice Kong. La firma de Murdoch tuvo ingresos en 2007 por US$ 200 millones, principalmente gracias a la publicidad digital pero también con otros servicios. La semana pasada se asoció a Universal, Sony y Warner para vender música online.
Tener una marca global tampoco abre las puertas del paraíso. Estas redes deben competir con otras iniciativas regionales, como Sonico en América latina o el caso que mantiene en estado de perplejidad a los académicos que estudian las redes sociales: Orkut, la red fundada por el programador turco de Google Orkut Büyükkökten, que resultó ser un éxito absoluto -sin que nadie lo hubiera previsto- en mercados tan disímiles como Brasil, Islandia e India.
Sebastián Campanario para iEco