Pero la precaución de los inversores -encargados en última instancia de sustentar con su dinero todo nuevo proyecto- toca todos los estratos de la cadena, y perjudica tanto a los grandes players como a los independientes que buscan un apoyo para dar el salto a la verdadera profesionalización: nadie quiere escalar en la música si no tiene asegurada la gloria al final del recorrido.
Este panorama es el que muestran los paneles llevados a cabo en el SanFran MusicTech Summit: como reporta Digital Music News, las necesidades de un verdadero éxito asegurado (medido en dinero) ponen en descubierto la importancia de ofrecerles un producto artístico de excelencia.
Esto, en mi opinión, es sólo conseguible por medio de la profesionalización de los artistas, acción que lleva como componentes fundamentales el planeamiento y el compromiso total con su trabajo.
Al fin y al cabo, si un artista o productor quiere llegar a las masas, debe pensarse como un emprendedor... y todo emprendedor necesita un inversor que confíe en el producto y lo apalanque con su dinero.
Pero las grandes pérdidas a la que se han visto expuestos en el pasado estos capitalistas ha traído como consecuencia (lógica) que los requerimientos de multiplicación del dinero invertido, pedido a los proyectos nuevos, sean realmente complicados para cumplir. Paul Santinelli, de North Bridge Venture Partners lo puso en términos muy claros al decir que los inversores no están interesados en proyectos pequeños, ya que buscan que su inversión inical rinda por lo menos tres veces el capital inicial aportado.
Además, las complicaciones legales en las que se ve envuelto el negocio de la música en su totalidad, lleva a varios lugares donde lo "casi ilegal" parece ser una alternativa más que válida para llegar a los objetivos. Puesto en palabras del experimentado Tim Chang:
"...el libro de reglas que rige la música digital es infringir las leyes como loco, ganar escala de operación y ganar algún tipo de ventaja competitiva sobre los sellos discográficos existentes.El hecho de que sólo el 25% de los emprendimientos que comienzan lleguen a buen puerto es otro de los factores que hacen que los inversores estén en búsqueda de proyectos que realmente tengan un futuro promisorio, con una ventana de tiempo de entre 7 y 10 años. Esto da la pauta de que al momento de buscar dinero para financiar los productos artísticos, se debe contar con un plan a largo plazo que contemple los riesgos existentes y la forma de afrontarlos.
Una vez que obtuviste su atención, ellos van a venir a golpear la puerta con una demanda en la mano, lo que es básicamente un juego previo a un contrato de licenciamiento. Llegado este punto, el emprendedor debe comenzar a juntar dinero de inversionistas de riesgo para pagar a los sellos, intentando convencerlos de convertir esta penalidad en un capital estratégico.