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Opera: musica para las masas?

. 12 agosto 2008
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La creciente competencia en la industria del entretenimiento obliga tanto a artistas como empresarios a buscar nuevas alternativas para vender y exponer su obra. Este desafío se torna complejo a la hora de revaluar estilos que -como la opera- han caído de los primeros puestos de concurrencia.

La experiencia relatada en The Economist da una idea de lo mucho que se puede hacer para cambiar un destino que puede parecer perdido, pero que esta lleno de oportunidades para quien las sabe ver.


La Opera Metropolitana de Nueva York, pionera

Cuando tomé control, la Met estaba en una declinación que iba a culminar con su existencia
Estas fueron las palabras de Peter Gelb, quien tomo el puesto de gerente de operaciones de la Opera Metropolitana de Nueva York en agosto de 2006. La convocatoria estaba cayendo y el sponsoreo escaseando, mientras que los costos y la competencia por el "dólar cultural" (el dinero destinado a eventos culturales) continuaba en alza.

Pero tal vez, el problema más grande de todos era el producto en sí mismo: la opera tiene una imagen eminentemente elitista. Y la Met -con 125 años de antiguedad- era el más estirado de los templos musicales para los ricos.

Gelb, ex presidente de la división de música clásica de la discográfica Sony, decidió un cambio radical. Lanzó un programa para atraer una mayor cantidad de audiencia, más joven, que contrastara con los clientes tradicionales de esta casa, que promedian los 65 años. Todo esto se hizo con un enérgico equipo de marketing que sustentó la implementación del plan.

A partir de esta acción, abrió las pruebas de vesturario al público, comenzó a transmitir las noches de apertura a la plaza del Lincoln Centre y a Times Square, y utilizando una política de descuentos efectiva, comenzó a ofrecer butacas a precio especial para los shows que ocurrieran durante la semana. También incrementó el número de nuevas producciones durante la temporada (de tres o cuatro a seis o siete), reclutó directores como Anthony Minghella, mucho más conocidos por el público. Más allá de estos logros, la jugada más revolucionaria y controversial fue la de ofrecer a los cines alrededor del mundo la transmisión en vivo -y en alta definición- de los shows de la Met.

Estos "simulcasts" (transmisiones en simultáneo) realmente funcionaron: durante el 2007 y 2008, alrededor de 600 cines en EUA, Australia, Europa y Japón exhibieron las transmisiones en vivo, más de 920.000 personas en 23 países disfrutaron de ocho operas, triplicando los resultados obtenidos en la temporada anterior. Para la próxima, 11 operas estaran siendo televisadas a un número todavía creciente de salas.

Cada transmisión es cara, resultando en un desembolso de U$s 1.1 millones por vez. Los simulcast necesitan un equipo de producción de 60 personas y 15 cámaras hi-def, que se encargan de tomar la acción sobre el escenario, en el backstage y en el frente del mismo. En la temporada más reciente, el 50% del ingreso de taquilla fue gracias a la venta de tickets para simulcast (a un promedio de U$s 22 cada uno), lo cual alcanzó para compensar los gastos. Recién para este verano se espera que hagan una ganancia.

Más allá de los retornos financieros, los simulcast buscan como objetivo principal el atraer una mayor audiencia. Luego de una encuesta por Shugoll Research -que arrojó que el 92% de la gente que vió un simulcast desearía ir a un teatro para ver opera en vivo- se demostró que esta meta estaba siendo cumplida, rejuveneciendo y expandiendo la audiencia para este tipo de espectáculo.


Que cunda el ejemplo

Otras compañías de ópera están buscando duplicar el emprendimiento cinemático de la Met: la Opera de San Francisco transmitió en marzo el primero de seis shows, que en este caso fueron pregrabados con calidad fílmica. Tony Hall, jefe de la Royal Opera House de Londres, está subiéndose a la ola con la reciente compra de Opus Arte -una empresa que se dedica a la producción de DVD's- esperando traer para este año performances tanto en vivo como grabadas a cines de toda Europa.

Analizando la situación, Sir Clive Gillinson (cabeza del Carnegie Hall) dice que esta es una excelente idea para promocionar la opera, pero advierte que este se transformará en un mercado muy competitivo en breve. La gran pregunta es cuán grande es el mercado, y cuánta recaudación se generará en el largo plazo.

Como era de esperarse, el emprendimiento de los simulcasts generó controversias con los puristas de la especialidad, que dicen que la disciplina fue 'creada para ser vista en vivo'. Argumentan también que el ingreso de esta nueva forma lastimará la ya deteriorada estructura financiera de las casas de opera, que reciben numerosas presiones y carecen de subsidios adecuados.

Gérard Mortier, manager de la Opéra National de Paris, es uno de los detractores más importantes del tema, quien se ufana de haber logrado llegar a mucha más audiencia, a un costo mucho menor, utilizando la televisión como medio. Este contrastante modelo se pondrá a prueba el año que viene, cuando Gérard tome el control de la New York Opera, competidor -y vecino- de la Met, donde pondrá a prueba su teoría de que "el arte es cualquier cosa menos entretenimiento, y no se relaciona con lo recaudado en la taquilla".

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