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La herramienta artística

. 13 marzo 2008
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En este video que vi en el blog de Carlos Vega (y que a su vez, él vio gracias a Diego Glatzel) se puede apreciar cuánto nos afectan sentimentalmente las dotes artísticas de determinados individuos.

Estas dotes tienen que ver por lo general con el dominio de un determinado elemento o herramienta (o una combinación de ellas): los personajes que llegan a la cumbre de la popularidad por lo general poseen una forma totalmente personal y perfeccionada de ejecutar un instrumento (como Slash, Flea, o Madonna con su voz).

El dominio (que no es otra cosa que la "más correcta aplicación") de la herramienta permite al artísta implicar sentimentalmente al público, de manera inmediata, creando momentos inolvidables inclusive sin producción alguna, y es lo que lo convierte en único e irrepetible.

Esta piedra angular de la experiencia es lo que creo que muestra el siguiente caso: no hace falta que el artista sea lindo, o escénicamente brillante. Todo el resto puede ser llenado por esfuerzos de producción. Lo único que no puede cambiarse es el entertainer.

A continuación voy a transcribir el post de Carlos, y el video en el cual esto puede verse (y escucharse):

Por fin llegó su momento y subió al escenario. Frente a él, tres jueces y detras de éstos, cientos de personas en la sala de butacas mirándole fijamente con ojos burlones. De fondo se oía algún comentario como “¿qué hace este tío aquí? ¿Se ha pensado que esto es la sección de bollería del supermercado?” a lo que otro respondía: “yo creo que buscaba a su dentista pero es tan tonto que se ha perdido” y risas a continuación. Paul no se sentía cómodo.

Entonces, la Venus del jurado, espectacular en su belleza le dice: “tú eres Paul, ¿verdad” a lo que él responde con un simple “sí”. Continúa ella: “y, ¿a qué has venido, Paul?”. Y él, con toda franqueza y humildad, con una semisonrisa nerviosa que trata de ocultar sus feos dientes sin conseguirlo, responde: “a cantar Ópera”.

La reacción del jurado es previsible. Han pasado por delante de sus ojos multitud de personajes extraños con ideas de lo más peregrinas y sus gestos no disimulados de desesperación muestran que están cansados de ellos para que venga un gordo, feo a cantar Ópera porque se ha cansado de comer ganchitos viendo la tele y no tiene nada mejor que hacer. Su desprecio se entremezcla con su escepticismo mientras las risas del público se hacen notar. No les queda más remedio que escucharle porque para eso les pagan que si no… El resultado puede verse en el vídeo a continuación.

Bueno, para qué les voy a contar mas. Disfrútenlo !!!